lunes, 30 de agosto de 2010

Con La Mano Abierta


Acababa de cumplir 10 años cuando tuve mi primera "compiche" entre las compañeras de la escuela.

Nuestra amistad se convirtió en lo más importante para mí, y como por naturaleza soy muy apegada a todo lo que considero de mi pertenencia, sufria violentos accesos de celos cuando ella
se interesaba en algo que no me incluía a mí. El resultado natural era que mi amiguita se enojaba por esa injusta actitud y acababamos riñendo.

Mamá se dio cuenta de lo que pasaba de lo que pasaba. Cierto día, cuando estabamos ella y yo admirando unos pollitos recién salidos del cascarón, alcé uno y lo apreté con tal fuerza que poco faltó para que lo asfixiara, luchó por escaparse, naturalmenteacabó consiguiéndolo.

Mamá sin dar importancia me dijo:

Si tomas un pollito en la mano y lo tratas de retener apretándolo, luchará por escparse. Ensaya retener uno sin hacerle fuerza y ya verás.

Así lo hice y el pollito permaneció quieto y feliz en la palma de mi mano abierta. Mamá aprovechó para dar el golpe que quería:

-Sabes, queridita, la gente es lo mismo que los pollitos. Si mantenemos a las personas queridas demasiado sujetasdas a nosotros, lucharán por liberarsar. Si las tenemos en la mano abierta, no se sentirán asfixiadas.

La lección dio fruto. Aunque todavía siento a veces que los celos me impulsan, logro refrenarlos y evitar que slagan a la superficie evocando la imagen de un pollito quieto y felíz en la palma de mi mamo abierta.

(Barbara Boudreaux)